Desde su ingreso a Lima Bus Internacional (LBI), Kimberly Fuster, enfermera ocupacional; sabía que enfrentaría un gratificante reto: apoyar a los Colaboradores en el cuidado de su salud a través de la prevención de enfermedades, principalmente. Ella se incorporó al proceso de Seguridad, Salud Ocupacional y Medio Ambiente (SSOMA) de la organización en agosto de 2020. Cuando la pandemia del COVID-19, seguía causando incertidumbre.

Kimberly desde pequeña sentía la necesidad de “poder ayudar a otras personas cuando estén vulnerables”, brindándoles una mano amiga que les permita sentirse mejor. Es así que en la carrera de enfermería encontró la manera de orientar a las personas para que cuiden de su salud. Para ella lo más gratificante de su profesión es cuando siente la gratitud de sus pacientes. “Te hace sentir muy bien (cuando expresan su agradecimiento) porque te hace sentir que lo que estás haciendo vale la pena”, afirmó.

Tras tres años de experiencia en el área hospitalaria, decidió incursionar en la Salud Ocupacional. Deseaba aportar sus conocimientos para concientizar sobre la prevención y cuidado oportuno de la salud, ya que esto puede evitar que una persona llegue a padecer una patología. “En una empresa, los exámenes que se le practican al Colaborador te pueden mostrar algún indicio de una enfermedad; por lo que puedes (como profesional de la salud) orientar a esa persona para que tenga los cuidados oportunos y evitar el desarrollo de una enfermedad”, sostuvo.

“El rubro de transporte es una gran experiencia”

Mientras su rostro esbozaba una gran sonrisa, Kimberly aseguró sentirse muy feliz de ser parte de la organización. Sobre todo porque se trata de una de las empresas que opera el Metropolitano, que a su juicio es el sistema de transporte “más reconocido del país”. Destacó que está muy contenta porque desde su ingreso ha recibido un trato muy ameno y el apoyo de todos sus compañeros, además de la experiencia de trabajar en el rubro de transporte y cuidar la salud de los Pilotos.

Para ella, lo más retador de su trabajo en LBI ha sido cuando el Perú atravesó el pico máximo de la primera ola (pandemia COVID-19). “El tiempo se me hacía demasiado corto para poder comunicarme con los Colaboradores y subsanar sus dudas, sobre todo por la falta de información. Ellos tenían demasiadas preguntas, la enfermedad era completamente nueva y la información cambiaba constantemente. Debíamos actualizarnos a diario para poder brindarles las respuestas oportunas y cuidar su salud”, dijo.

Afirmó que, en medio de la pandemia, vivió momentos muy duros que incluso llegaron a hacerle sentir frustración porque había situaciones en las que no sabía cómo podía ayudar a los Colaboradores. “Los hospitales estaban colapsados. Era difícil cuando alguien me preguntaba a dónde ir, algunos lloraban porque sentían temor”, aseveró. Al tiempo que destacó que en todo momento pudo manejar sus emociones para transmitir tranquilidad; no solo a los Colaboradores, sino a los familiares con los que se comunicaba. Destacó el caso de un Colaborador que estuvo en UCI durante casi dos meses. Personalmente, es el caso que más la marcó y agradeció que él pudiera recuperarse y reintegrarse a sus actividades.

Insistió en que para ella es gratificante poder, desde la prevención, cuidar la salud de los Colaboradores. Especialmente a los Pilotos porque por la naturaleza de su trabajo; ellos deben contar con buena salud para que puedan movilizar de manera segura a los usuarios. “Cuido de ellos para que cuiden a los usuarios”, afirmó. Al tiempo que destacó la labor que realizan movilizando diariamente a los ciudadanos de un lado a otro de la ciudad.

Rescató una de las enseñanzas positivas que le dejó la pandemia del COVID-19; porque aprendió que no es necesario el contacto físico para entablar un vínculo emocional con una persona. Incluso en la actualidad continúa conociendo personalmente a Colaboradores, a los que atendía de manera virtual.

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